Historia

En el siglo IX, Alfonso III de León estableció la Tierra de Santa María, confiando su liderazgo a la fortaleza militar de Cívitas Sanctae Mariae. Esta fortaleza desempeñó un papel crucial como avanzada contra las invasiones árabes, resistiendo heroicamente los ataques de Almansor en el año 1000. La resiliente población cristiana reconquistó el castillo dos veces, manteniendo vivo el nombre de Civitas Sancta Mariae, dando testimonio de su valentía y convicciones religiosas.

Durante el reinado de Bermudo III a principios del siglo XI, la región enfrentó otra invasión árabe, pero los gobernadores Men Guterres y Men Lucídio lideraron una notable reconstrucción del castillo después de la victoria en la Batalla de Cesár. El reconocimiento por este logro se expresó en la concesión de la «Honra de Infanções», una distinción de gran prestigio comparable solo a los líderes de Lisboa en el siglo XIV.

La «Tierra de Santa María» permaneció durante años como una frontera con los árabes hasta la conquista de Coímbra en 1067. Después de este evento, se convirtió en un criadero de caballeros y peones que abastecían el frente sur, reflejando la organización militar permanente establecida en la región.

Después de la muerte del conde D. Henrique, la viuda, D. Teresa, se involucró con Fernão Peres de Trava, lo que resultó en una creciente influencia gallega en el Condado de Portucalense. Grandes familias portuguesas, como Moniz y Sousas, se enfrentaron económicamente y administrativamente, culminando en una revuelta.

Ermígio Moniz y Pero Gonçalves do Marnel, figuras destacadas de esta revuelta, desempeñaron roles fundamentales. Con el apoyo del Infante D. Afonso, las fuerzas de Santa Maria marcharon hacia Guimarães contra la influencia gallega. El 13 de junio de 1128, las tropas gallegas fueron derrotadas, marcando un punto crucial en la historia de Portugal, no como causa, sino como consecuencia de un movimiento colectivo de independencia liderado por figuras como Ermígio Moniz y Pero Gonçalves de Marnel, fuertemente vinculados a la Tierra y al Castillo de Santa Maria.